Amaneceres primaverales,
blancos de blancas cales,
de relucientes infancias
translúcidos, inmortales.
De cuatro caños oscuros
donde impávida anduvo el agua,
jugando con mil miradas
vibrando en deseos puros.
Resplandecientes, inmaculados,
de nueva esencia palpitando
limpias fragancias blancas
azucenas, cilindras, nardos.
Gotas de rocío, transparencias,
entrañas de mil querencias,
arborescentes remansos
de brotes tiernos y herencias.
Amaneceres inmortales
de sencillos cantos laborales.
Cigüeña, cigüeña pata de leña…
canto que en el tiempo lleva, el aire.
De perros callejeros,
de anidares y aleteos,
de cascos de animales,
inolvidable ajetreo.
Amaneceres de abril y mayo
de hierbabuena alados,
os respiro en plenitud
y me fundo en vuestro abrazo.