Lejos de la húmeda
andadura virginal,
extraviado el entorno,
trastocada el alma,
desvanecido el aroma…

Nunca pensaste estar aquí,
ni estar bajo formas tan distintas, ni ser testigo mudo,
de apasionados juegos
en presentes tan distantes.

No, ni imaginar podías
que tu noble presencia
tan ensalzada fuera,
ni más gloria pretender
que siempre ser tú misma.

Sentir auroras limpias,
días vigorosos,
horarios inciertos,
y libre mecerte, libre,
en espacios libres,
y libre, hasta morir.

Silencio, si existes, ven
a ungirle su piel rota.

¡Árbol, árbol, árbol…!

Siento que el hombre te doblegue.